NUESTRO TRABAJO

  


Intervención en el acto inaugural de la Fundación

    Algunos de los planteamientos expuestos por el presidente del Patronato de la Fundación José Díaz, José Antonio García Rubio, que concretan los objetivos y contenidos de la FJD.  


No somos una Fundación de Partido. Aunque el origen de la idea provenga de un colectivo crítico en Izquierda Unida, “La Izquierda Necesaria”, en nuestro Patronato hay personas de diferentes afiliaciones, colectivos y plataformas, y sin ninguna afiliación. La idea es, sencillamente, “sumar izquierda” (una propuesta lanzada hace más de dos años) y hacerlo primeramente para el trabajo cultural e ideológico que hoy es tan necesario.

    Quiero subrayar la no vinculación a ningún Partido ni fuerza política porque esto tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Las ventajas son la autonomía para nuestras posiciones y elaboraciones y la mayor capacidad y posibilidad para establecer relaciones y métodos de trabajo coordinado con otras asociaciones y organizaciones sociales. 

    Decía hace unos días Joan Manuel Serrat al presentar su gira de despedida que “en ningún momento hay que hablar con nostalgia; sólo existe el futuro”.

     Esta afirmación puede orientar nuestras prioridades en la lucha de ideas y determinar nuestros objetivos principales.

    Por ello, hemos elegido los dos temas de los que vamos a hablar hoy: la lucha feminista y el trabajo cultural. En jornadas sucesivas iremos planteando otros temas de singular importancia para la lucha de ideas contra las posiciones del neoliberalismo, también contra las del social liberalismo y, por supuesto, contra las de la reacción.

     Me gusta utilizar el término de “reacción” en lugar de extrema derecha, porque creo que es un concepto, que por cierto fue bien utilizado durante la II República, mucho más preciso y concreto. La derecha siempre es extrema cuando se trata de oponerse a los derechos y las conquistas de los trabajadores.

     Hablando de estos conceptos con mayor carga de futuro hay que rescatar el de “clase obrera” en Marx. La clase obrera para él está constituida por todos aquellos que deben vender su fuerza de trabajo para poder subsistir. Por ello, la clase obrera “en sí” es mucho más numerosa y extensa de lo que algunos teóricos afirman. Por otro lado, algunos escritores que incluso se reclaman de izquierda se esfuerzan por teorizar divisiones y contradicciones en el seno de la clase obrera (el “precariado”, por ejemplo, queriendo ignorar que bajo el capitalismo todos los asalariados son precarios) o ampliar el campo a autónomos que “compran” la fuerza de trabajo de otras personas y por ello forman parte de la burguesía, aunque sean pequeños burgueses.

    En algún momento parecería que los únicos que tienen clara la extensión y composición de la clase obrera es la CEOE (que dedica gran parte de sus 18 millones anuales de presupuesto a combatir los derechos de los trabajadores) y los propietarios de las empresas.

    Desde la izquierda alternativa es urgente ese rescate para hacer efectiva la transformación de la clase en sí a clase para sí (es decir con conciencia de clase) y exitosa la política de alianzas.

    Con esa visión de futuro que antes citaba, voy a simplemente enumerar, por razón de brevedad, algunos otros territorios prioritarios, que no pudieron ser suficientemente estudiados por nuestros clásicos y que hoy son frentes decisivos en la hegemonía:

      El cambio climático y la protección del medio ambiente.

    La digitalización, la Inteligencia Artificial y su influencia en el trabajo humano.

      Los movimientos migratorios.

    Y, junto a ellos, las dos temas de los que vamos a hablar hoy: la lucha feminista y el trabajo cultural, del que forman parte importante los medios de comunicación y las redes sociales.

     Desarrollar este trabajo ideológico con eficacia no es posible si no se combate también la infección provocada por el populismo y el identitarismo.

     Aunque el origen de esta infección es más antiguo y se desarrolló en paralelo al abandono de la lucha ideológica, su penetración acelerada se puede datar cuando Alberto Garzón escribe que “el marxismo no es un método científico”.

     El populismo niega la contradicción Trabajo/Capital y la sustituye por contradicciones entre identidades que son intercambiables. Así, por ejemplo, con una de las más famosas Casta/los de abajo, nadie sabe lo que ha ocurrido.

    Se vuelve al nominalismo idealista en la creencia de que la palabra crea la realidad, en contraposición al materialismo donde es a partir de la realidad que se construye la teoría.

   Se reduce la lucha de ideas a la batalla por el relato, pero planteado de forma que los hechos concretos se sustituyen por palabras que expresan hechos distintos (por ejemplo, el concepto superación). Esto es tan viejo como la Humanidad, lo que ocurre es que al relato con hechos “aproximados” se le ha llamado siempre mito.

     En el análisis de la realidad social se sustituye el marxismo por la sociología positivista anglosajona, es decir la dinámica de grupos, válida para un grupo de boy scouts o para organizar una excursión, pero no para organizaciones que quieren tomar el poder político.

     También habrá que combatir, en ese juego de palabras, lo que yo llamo la “teoría de los espacios” (espacio de confluencia” “espacio político”) que se usa para sustituir coalición, fuerza, o partido. En este uso del termino espacio desaparece la noción de tiempo histórico y, por tanto, el análisis concreto de la realidad concreta y la correlación de fuerzas como dato decisivo del análisis político. Así se pueden situar objetivos imposibles y engañosos como derogar la reforma laboral y, por qué no, asaltar los cielos.

    Sólo son algunos ejemplos de lo que podemos hacer y con esta matriz enfocamos nuestro Plan de Actividades para este año y el próximo. Plan de Actividades que siempre estará abierto a la opinión y aportaciones de los colaboradores de la Fundación.